Catupecu Machu es una banda que marcó mi adolescencia. Desde
que supe la noticia que el baterista iba a visitarnos en el curso “literatura y
rock” me pregunte sí esta situación era buena o mala. Mi cabeza se llenó de
preguntas: ¿qué pasa sí no me cae bien? ¿Qué tal sí es un arrogante? ¿Seguirá
mi amor por Catupecu después de la entrevista? Esta nota describe un poco la
sensación que me quedó después del encuentro.
Desde pibe tocaba con sus amigos del barrio Saavedra y
alrededores, integró varias bandas empezando por el rock metal. Fue bajista de
Cuentos Borgeanos, liderada por Abril Sosa, conocida como la banda de “los chicos que leen” ya que
en sus letras estan influenciadas por grandes escritores de la historia. A Agustín
no sólo le interesa la literatura sino que también se nota su gusto por el
cine. No deja de comparar situaciones de
su vida con escenas de directores de renombre.
Cuentos Borgeanos ocupa una gran parte de la historia del músico.
Fue una escuela para él: giras, entrevistas, telonear a bandas como The Police,
son algunas de las aventuras que lo tuvieron como protagonista, aunque hoy cree
que a Cuentos Borgeanos le falta pimienta.
La entrada de Rocino a Catupecu fue casi una escena de
comedia. Según é8 recuerda un domingo a la mañana fue invitado por Fernando
Ruiz Díaz para juntarse a comer. Luego de varias horas él le cuenta que Javier
Herrlein había dejado la banda. Rocino, que un poco parece ese amigo que está
bien con todo el mundo, preguntó como podía ayudar. Fernando le dijo que siendo
el baterista. Lo gracioso era que él nunca había tocado el instrumento. Sin que
le insista mucho dio el sí.
Hace tres años que pertenece a Catupecu y tiene la
camiseta bien puesta. Es amigo de sus compañeros y piensa que el fuerte de la banda es tocar en vivo. Defiende los
cambios musicales del grupo porque considera
que uno no siempre es el mismo y así es como se evoluciona. Cree que muchas veces pudo
entenderse el trabajo de la banda luego
de mucho tiempo. Son una especie de adelantados.
Entre sus grandes recuerdos está el Pepsi Music cuando
Catupecu se presentó sin Gabriel Ruiz Díaz. Ese día tocó con Diego Arnedo y
Zeta Bosio. Lo particular es que no permanece en sus recuerdos por haber estado
tocando con grandes músicos sino por la mezcla de sentimientos que generó el
accidente del 31 de marzo de 2006. Confiesa haber vivido en una nebulosa
durante meses.
La charla duro cerca
de hora y media y ésta fueron algunas de mis percepciones. Agustin es multifacético: fue
conductor de un programa de radio, estuvo a cargo del bar Rodney, fue productor
de varios discos, pone pasión a cada cosa que hace pero le falta más tiempo. Es
exigente. Escucha más a los críticos que a los que lo felicitan. Es inquieto (no
pudo dejar de jugar con el corcho durante toda la entrevista) y divertido. Cree
que “el celular les cagó la vida a todos” y no por coqueto sino porque queda
escrachado cuando le sacan fotos borracho.
Demostró que ama ser músico y que disfruta su día a día y la frase que
resumió eso fue: “Sí sos sincero con lo que haces es difícil separar lo que es
tu vida del trabajo. No desconectás nunca. Y está bien que así sea.”
Aunque dijo “Es difícil ser una estrella de rock”, llegué
a la conclusión que Rocino no se la cree y que tan sólo era una ironía. Y eso
me gustó. Durante la entrevista percibí que tenia algunos vicios y que
disfruta la noche y lo pude confirmar horas más tarde ese mismo día cuando lo
vi en plena acción en Makena saludando a sus colegas, moviendo sus rulos al
ritmo del rock y no perdiendo la buena onda
con una fan a la que por suerte no defraudó.
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