sábado, 23 de agosto de 2014

Perfil de Agustin Rocino escrito por una fan.


Catupecu Machu es una banda que marcó mi adolescencia. Desde que supe la noticia que el baterista iba a visitarnos en el curso “literatura y rock” me pregunte sí esta situación era buena o mala. Mi cabeza se llenó de preguntas: ¿qué pasa sí no me cae bien? ¿Qué tal sí es un arrogante? ¿Seguirá mi amor por Catupecu después de la entrevista? Esta nota describe un poco la sensación que me quedó después del encuentro.

Agustin Rocino nació en el año 80. Es hijo de una psicóloga y de un médico. De todas las facetas que tiene este personaje la que enrola todo es su condición de músico. Hoy es baterista de Catupechu Machu pero tiene un largo recorrido en el rock nacional.

Desde pibe tocaba con sus amigos del barrio Saavedra y alrededores, integró varias bandas empezando por el rock metal. Fue bajista de Cuentos Borgeanos, liderada por Abril Sosa, conocida  como la banda de “los chicos que leen” ya que en sus letras estan influenciadas por grandes escritores de la historia. A Agustín no sólo le interesa la literatura sino que también se nota su gusto por el cine.  No deja de comparar situaciones de su vida con escenas de directores de renombre.

Cuentos Borgeanos ocupa una gran parte de la historia del músico. Fue una escuela para él: giras, entrevistas, telonear a bandas como The Police, son algunas de las aventuras que lo tuvieron como protagonista, aunque hoy cree que a Cuentos Borgeanos le falta pimienta.

La entrada de Rocino a Catupecu fue casi una escena de comedia. Según é8 recuerda un domingo a la mañana fue invitado por Fernando Ruiz Díaz para juntarse a comer. Luego de varias horas él le cuenta que Javier Herrlein había dejado la banda. Rocino, que un poco parece ese amigo que está bien con todo el mundo, preguntó como podía ayudar. Fernando le dijo que siendo el baterista. Lo gracioso era que él nunca había tocado el instrumento. Sin que le insista mucho dio el sí.

Hace tres años que pertenece a Catupecu y tiene la camiseta bien puesta. Es amigo de sus compañeros y piensa que el fuerte de  la banda es tocar en vivo. Defiende los cambios musicales  del grupo porque considera que uno no siempre es el mismo y así es como se  evoluciona. Cree que muchas veces pudo entenderse el  trabajo de la banda luego de mucho tiempo. Son una especie de adelantados.

Entre sus grandes recuerdos está el Pepsi Music cuando Catupecu se presentó sin Gabriel Ruiz Díaz. Ese día tocó con Diego Arnedo y Zeta Bosio. Lo particular es que no permanece en sus recuerdos por haber estado tocando con grandes músicos sino por la mezcla de sentimientos que generó el accidente del 31 de marzo de 2006. Confiesa haber vivido en una nebulosa durante meses.

La charla duro cerca de hora y media y ésta fueron algunas de mis percepciones. Agustin es multifacético: fue conductor de un programa de radio, estuvo a cargo del bar Rodney, fue productor de varios discos, pone pasión a cada cosa que hace pero le falta más tiempo. Es exigente. Escucha más a los críticos que a los que lo felicitan. Es inquieto (no pudo dejar de jugar con el corcho durante toda la entrevista) y divertido. Cree que “el celular les cagó la vida a todos” y no por coqueto sino porque queda escrachado cuando le sacan fotos borracho.  Demostró que ama ser músico y que disfruta su día a día y la frase que resumió eso fue: “Sí sos sincero con lo que haces es difícil separar lo que es tu vida del trabajo. No desconectás nunca. Y está bien que así sea.”


Aunque dijo  “Es difícil ser una estrella de rock”, llegué a la conclusión que Rocino no se la cree y que tan sólo era una ironía. Y eso me gustó.  Durante la entrevista  percibí que tenia algunos vicios y que disfruta la noche y lo pude confirmar horas más tarde ese mismo día cuando lo vi en plena acción en Makena saludando a sus colegas, moviendo sus rulos al ritmo del rock y no perdiendo la buena onda  con una fan a la que por suerte no defraudó.

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