¿Por qué a algunos nos cuesta tanto fin de año? ¿Por qué
queremos hacer todo lo que no pudimos en 11 meses en 10 días? ¿Por qué no
podemos aceptar que no es la muerte de nadie? ¿Por qué nos ponemos melancólicos
y criticamos a aquellos que sí disfrutan las fiestas? ¿Por qué nos agarramos de
aquellos objetivos que no hemos logrado en vez de celebrar los que se pudo
hacer? ¿Por qué nos encerramos? ¿Por qué nos arrepentimos de cosas que en su
momento no estuvimos preparados para afrontar? ¿Por qué nos juzgamos tanto? ¿Por
qué llegamos a que una red social juzgue cómo fue el año de uno? ¿Por qué nos
sentimos tan solos? ¿Por qué no somos capaces de confiar? Y acá está la clave. Hay
que aprender a confiar. Hay que confiar en que todo lo que no pasó este año es
porque no tenía que ser. Confiar que hay algo mejor para uno, o simplemente
distinto. Confiar en que la vida es sabia. Tratar de manejar ansiedades. Confiar
en que la vida da segundas oportunidades. Festejar que no somos objetos, que los
corazones rotos, sanan. Entender que somos más sabios que el año anterior y
agradecer por ello. Sobre todas las cosas, hay que confiar más en nuestra
intuición. Pocas veces se equivoca. Y que aunque el año termine tenemos toda la
vida por delante para que las situaciones que no se dieron, se den. Todo lo que
deseemos, se va a cumplir, eso sí, cuando estemos preparados. Hay que regalarse el sólo hecho de disfrutar el
hoy. Encontrar paz en el hoy. No sabemos
qué va a pasar mañana y no podemos cambiar absolutamente nada de lo que paso.
Sólo nos queda el hoy. También hay que aprovechar estos días para pedir perdón
y para perdonarnos. Para soltar todo lo malo para poder recibir un nuevo año
con los brazos abiertos y CONFIANDO que todo lo que viene es mejor.
Con estas palabras se despide este humilde blog y les desea
a todos paz, amor, libertad y música para todos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario