lunes, 30 de marzo de 2020

Busco alguna voz que
me cuente un secreto.
Que me diga lo más íntimo,
perverso,
real,
incomodó,
sincero.
Y que cuando se anime,
las palabras
le recorran todo el cuerpo,
que le pinchen
los órganos,
que los dientes
tengan miedo
de dejar salir
los sonidos de la boca,
que le tiemblen los labios,
y, que esa bomba,
le recuerde
que está vivo.

domingo, 1 de marzo de 2020

Es el único que se quedó
cuando vio el caos.
Acomodó los muebles,
juntó los pedazos de platos rotos,
vació las botellas 
y prendió una vela.
No dijo ni una palabra.

Tal vez el amor 
son como burbujas de jabón
que cuando las agarras,
se rompen en la cara.

No tengo un cuerpo espectacular.
No tengo una familia feliz.

No tengo mucha plata.
No tengo miles de amigas.
No tengo madre.
No tengo abuelos.
No tengo escritos los mejores poemas.
No tengo el laburo de mis sueños.
No tengo la mejor ropa.
No tengo la pareja perfecta.
igual sonrío en Instagram.
Cuando escribo,
             conecto.
Todo sale,
             fluye
                   la mierda.

Estas son las noches 
en las que 
pienso en las caras tristes que tienen 
los que trabajan en los bancos,
en las drogas que alguna vez tomé,
en el alcohol como ansiolítico,
me acuerdo de la familia de Fernando,
en su mamá que nunca
lo volverá a ver,
lloro por este mundo de mierda ,
noto como mi energía se drena
por un trabajo que no lo vale,
recuerdo a la mujer que hoy
pedía unas monedas en el subte
para poder enterrar dignamente
a su hijo,
me acuerdo de las amigas 
que elegi no tener más,
me pregunto si yo sería asì 
si no te hubiera conocido,
en si mi banda preferida
sería mi amigo invencible
si no te hubiese stalkeado 
todo el twitter,
me hundo en el sillón 
de repente
mi hermano, 
me manda un video 
de mi sobrino riendo.

Los demás

El día que me dijiste 
groupie
me hiciste reir.
Por básico,
por macho.
Casi te hago una escena
pero no me salieron las palabras.


Cuando él me dijo que 
me hacía la que me las sabía todas,
sentí violencia.
Estuve a nada de decirle que 
el amor era para valientes
y que las caretas se dejan en casa
pero solamente le clavé la mirada.


En el momento que ella dijo 
que el libro que recomendé
era una mierda
me quede sin aire
por un segundo,
se me ocurrieron mil formas de ofenderla
pero la bloquee.


Que tranquilidad,
ya no me importa 
lo que digan los demás.

Cuando mi hermana
decidió irse a vivir afuera
éramos
literalmente
enemigas.

Vivíamos en el mismo departamento,
no cenábamos juntas,
no charlabamos,
tenía su ropa bajo llave
y yo cada tanto se la sacaba.

No me sentía respetada
con el tiempo, me confesó 
que ella tampoco.
Vivíamos en un
vacío constante,
en un dolor interminable.

Ella esquivaba la muerte de mamá
haciéndose la ama de casa, 
siendo la chica diez.
Yo, en cambio, 
hice un Master en noche
y me hundí en la depresión.

Hoy un amigo escribe sobre
lo difícil que es vivir en el exterior.
Pienso en ella,
en sus miedos,
en que no sabe hablar el idioma,
en lo bien que nos hizo la distancia.

Tomo una copa de vino
y sonrío,
después de muchos años
la siento cerca
aunque 
alguna vez
le haya robado la billetera.