Anda con
los ojos rojos
y con
pocas ganas.
Walter no
tiene sueños
o aún no
los sabe.
Vive el
hoy,
come en
una panadería
y ama a
Agustina.
Lleva una foto de su amor
en el fondo de pantalla.
Vive en
la calle
desde los
cinco,
lo
dice con orgullo.
Saca su
carpeta de Boca,
la pasión es compartida.
Sentados
en “carne, café y humo”
los dos
indocumentados
llenamos
el tiempo
con palabras.
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