Y de repente estaba parada sola.
Mi corazón y yo.
Mi cabeza y yo.
Mis inseguridades y yo.
En frente estaba mi camino.
Un camino bello y complejo a la vez.
Lleno de desafíos
y puertas que se abrían
una tras otra.
Se veían flores amarillas,
rosas con espinas
y algún yuyo mal cortado.
Una vez derribada la pared,
por primera vez
me enfrenté a lo que venía.
Acepté que llegaba lo nuevo.
Y ahí estábamos
frente a frente
mi camino y yo.
Lo mire y llore.
Mire para atrás y
llore aún más.
Pude ver a personas
que ya no reconozco.
Rostros empañados
y cuerpos deformados.
Lugares y conversaciones sin sentido
se escondían en la niebla.
Di media vuelta
y me fui hacia la luz.
Atrás quedo lo oscuro,
lo no claro.
Y así fue como me fui en búsqueda
de mis sueños y de la verdad.
Pero hay algo que olvidé.
El sol brillaba más cuando éramos dos.
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