sábado, 26 de abril de 2014

Un viaje en el tiempo

Viernes por la noche. Humberto Primo 760, San Telmo; barrio donde hace algunas décadas germinaba Mandioca, el primer sello independiente de Argentina. 
 
La semana terminaba, la mayoría de los laburantes estaban volviendo a sus casas mientras otros afortunados se metían en un túnel del tiempo. La cita era en Espacio Terranova, el motivo; homenajear a todos los pioneros de la contracultura y el Rock Nacional.  
 
Apenas uno ponía un pie allí, podía sentir que estaba comenzando un viaje, y que detrás de todos esos setentones permanecía el espíritu joven que emanaba amor, paz y poesía.  
 
Como todas las casonas viejas de San Telmo, ésta tenía un patio donde se exhibían fotos de Uri Gordon, María Marta Garbarino y Lourdes Torres. Todas aludiendo al Rock. Se veían abrazos y saludos, personas que aparentemente no se veían hace  un largo tiempo. Luego fueron invitados a pasar al bar en el que había un escenario. El escenario se llamaba “Miguel Abuelo”. 
 
La anfitriona era Adry Rabey, hija de Mario “El Colorado” Rabey, quien se había despedido de este planeta hace algunos meses. Ella misma explicó que, como su  padre hubiese querido, la mejor manera de recordarlo era celebrando y escuchando poesía y música. Con sus palabras comenzó una noche única.   
 
El micrófono fue cedido a Fernando Noy, quien recitó unos poemas. Entre uno y otro, recordaba al Colorado y a muchos personajes que compartieron la misma época. En su mirada y esa forma de expresarse, era evidente que añoraba esos años.  
 
Dicen que los gustos hay que dárselos en vida. Terminado el momento de Noy, subió al escenario una cara que me resultó familiar. Era Norma Peralta, hermana de Miguel Peralta, más conocido como Miguel Abuelo. Emocionada y muy agradecida por la invitación, Norma junto a sus músicos cantó  “Mariposas de madera”, “El muelle” y  “Oye niño". Era increíble. Si uno cerraba los ojos, por momentos, sentía que Miguel era el que estaba cantando.  Para despedirse eligió el canto a la vida “Himno de mi corazón.” El público, entre quienes se encontraban varios de los amigos del Paladín de la libertad, la ovacionó. Con los ojos llenos de lágrimas, Norma se despidió. 
 
La noche siguió entre poesías y canciones. Tocó un dúo amigo de Rabey, Ana Benegas y se leyeron poemas en contra de la guerra y a favor del amor. No faltó lugar para que  Pipo Lernoud y Jorge Pitoscchi tomaran el mando y  nos transportaran a los '60 con sus anécdotas. Mientras tanto, en la sala contigua, se había montado un cine donde proyectaban un adelanto de la película de Pajarito Zaguri pronta a estrenarse en el BAFICI y del documental "Mandioca". 
 
Más tarde Pipo subió al escenario y leyó un poema que hace 46 años le había escrito a su amigo del alma: “Oso fete colorete”. Poema precioso, que comienza diciendo “Nada nos destruye porque somos lo que nos pasa.” Y lo que pasaba esa noche era magia. Se sentía en  la energía que los años no habían pasado y que el tiempo es sólo una percepción.  
 
Las botellas de vino ya estaban vacías y la noche moría, pero de ninguna manera iba suceder sin buen rock n´ roll. Llegó el momento de aquellos que estaban  desde temprano: Rubén de león, Claudio Kleiman, entre otros, tomaron sus instrumentos y comenzaron a tocar.  
 
Melancolía, emoción, felicidad, sorpresa, tristeza son algunas de las emociones sentidas durante las ocho horas que duró el homenaje en el Hostel Terranova. Por momentos estábamos en La Cueva, por otros en un teatro gigante y, por qué no en La Perla, escuchando las ideas de los  primeros hippies de Buenos Aires. Por donde se lo mire, fue un viaje de placer.

jueves, 24 de abril de 2014

Vacío

Hace algunos años

parar era una locura.

Todo se tenía que hacer ya.

No había tiempo

para bajar un cambio y pensar.

Sólo había que hacer y hacer.

Mi semana tenía 8 días

y me corazón vivía una mentira.

De eso se trataba mi vida: 

de no pensar.


Nada es casualidad.

El cuerpo estalló

y me hablo.

Eso hizo que con el tiempo

me encuentre en la vereda 

de enfrente.

En conexión con el ahora

y con mi persona.

Hoy disfruto de ver una abeja

queriendo entrar a una Coca-Cola.


Puedo sentir, a veces de más,

pero sentir al fin.

Puedo guiarme por mi intuición.

Empezar a creer que todo

es perfecto.

Y entre todos estos puedo,

también logro bancarme este vacío

y estas ganas de subirme a un barco

para escaparme de esto que siento.


Hoy no quiero llenar espacios

con cualquier color.

Hoy me la banco

y me pregunto:

¿no hay que vaciarse

para que entre lo nuevo?

sábado, 5 de abril de 2014

Viejos jóvenes, jóvenes viejos

Me tiene atenta el tema de la edad.

Veo muchos viejos jóvenes.

Y muchos jóvenes viejos

comprando compromisos

que atentan con su libertad.

La libertad entendida como

el regalo más preciado.

La paz con uno mismo.


Estos viejos jóvenes con arrugas en su cara

despliegan energía,

el tiempo no paso para ellos.

La vitalidad se nota en la mirada

y en sus movimientos inocentes. 

Parecen adolescentes

aunque algunos llevan menos pelo.


Mientras tanto, en mi cuerpo

aparece una sensación nueva.

Es admiración.

Es increíble que algunos puedan mantener

la luz y la vibración de la juventud.

  
Y, de repente,  en mi cabeza aparece una pregunta:

¿Quién esta más vivo?

¿Aquel que va anestesiado haciendo "lo que hay que hacer"

o el que vive en constante búsqueda toda su vida?  





Para el taller de Literatura y Rock de Julia González