Viernes por la noche. Humberto Primo 760, San Telmo; barrio donde hace algunas décadas germinaba Mandioca, el primer sello independiente de Argentina.
La semana terminaba, la mayoría de los laburantes estaban volviendo a sus casas mientras otros afortunados se metían en un túnel del tiempo. La cita era en Espacio Terranova, el motivo; homenajear a todos los pioneros de la contracultura y el Rock Nacional.
Apenas uno ponía un pie allí, podía sentir que estaba comenzando un viaje, y que detrás de todos esos setentones permanecía el espíritu joven que emanaba amor, paz y poesía.
Como todas las casonas viejas de San Telmo, ésta tenía un patio donde se exhibían fotos de Uri Gordon, María Marta Garbarino y Lourdes Torres. Todas aludiendo al Rock. Se veían abrazos y saludos, personas que aparentemente no se veían hace un largo tiempo. Luego fueron invitados a pasar al bar en el que había un escenario. El escenario se llamaba “Miguel Abuelo”.
La anfitriona era Adry Rabey, hija de Mario “El Colorado” Rabey, quien se había despedido de este planeta hace algunos meses. Ella misma explicó que, como su padre hubiese querido, la mejor manera de recordarlo era celebrando y escuchando poesía y música. Con sus palabras comenzó una noche única.
El micrófono fue cedido a Fernando Noy, quien recitó unos poemas. Entre uno y otro, recordaba al Colorado y a muchos personajes que compartieron la misma época. En su mirada y esa forma de expresarse, era evidente que añoraba esos años.
Dicen que los gustos hay que dárselos en vida. Terminado el momento de Noy, subió al escenario una cara que me resultó familiar. Era Norma Peralta, hermana de Miguel Peralta, más conocido como Miguel Abuelo. Emocionada y muy agradecida por la invitación, Norma junto a sus músicos cantó “Mariposas de madera”, “El muelle” y “Oye niño". Era increíble. Si uno cerraba los ojos, por momentos, sentía que Miguel era el que estaba cantando. Para despedirse eligió el canto a la vida “Himno de mi corazón.” El público, entre quienes se encontraban varios de los amigos del Paladín de la libertad, la ovacionó. Con los ojos llenos de lágrimas, Norma se despidió.
La noche siguió entre poesías y canciones. Tocó un dúo amigo de Rabey, Ana Benegas y se leyeron poemas en contra de la guerra y a favor del amor. No faltó lugar para que Pipo Lernoud y Jorge Pitoscchi tomaran el mando y nos transportaran a los '60 con sus anécdotas. Mientras tanto, en la sala contigua, se había montado un cine donde proyectaban un adelanto de la película de Pajarito Zaguri pronta a estrenarse en el BAFICI y del documental "Mandioca".
Más tarde Pipo subió al escenario y leyó un poema que hace 46 años le había escrito a su amigo del alma: “Oso fete colorete”. Poema precioso, que comienza diciendo “Nada nos destruye porque somos lo que nos pasa.” Y lo que pasaba esa noche era magia. Se sentía en la energía que los años no habían pasado y que el tiempo es sólo una percepción.
Las botellas de vino ya estaban vacías y la noche moría, pero de ninguna manera iba suceder sin buen rock n´ roll. Llegó el momento de aquellos que estaban desde temprano: Rubén de león, Claudio Kleiman, entre otros, tomaron sus instrumentos y comenzaron a tocar.
Melancolía, emoción, felicidad, sorpresa, tristeza son algunas de las emociones sentidas durante las ocho horas que duró el homenaje en el Hostel Terranova. Por momentos estábamos en La Cueva, por otros en un teatro gigante y, por qué no en La Perla, escuchando las ideas de los primeros hippies de Buenos Aires. Por donde se lo mire, fue un viaje de placer.
sábado, 26 de abril de 2014
jueves, 24 de abril de 2014
Vacío
Hace algunos años
parar era una
locura.
Todo se tenía
que hacer ya.
No había
tiempo
para bajar un
cambio y pensar.
Sólo había que
hacer y hacer.
Mi semana tenía
8 días
y me corazón vivía
una mentira.
De eso se
trataba mi vida:
de no pensar.
Nada es casualidad.
El cuerpo
estalló
y me hablo.
Eso hizo que con el tiempo
me encuentre en la vereda
de enfrente.
En conexión
con el ahora
y con mi persona.
Hoy disfruto de ver una abeja
queriendo entrar
a una Coca-Cola.
Puedo sentir,
a veces de más,
pero sentir al
fin.
Puedo guiarme
por mi intuición.
Empezar a
creer que todo
es perfecto.
Y entre todos
estos puedo,
también logro
bancarme este vacío
y estas ganas
de subirme a un barco
para escaparme
de esto que siento.
Hoy no quiero
llenar espacios
con cualquier
color.
Hoy me la
banco
y me pregunto:
¿no hay
que vaciarse
para que entre lo
nuevo?
sábado, 5 de abril de 2014
Viejos jóvenes, jóvenes viejos
Me tiene atenta el tema de la edad.
Veo muchos viejos jóvenes.
Y muchos jóvenes viejos
comprando compromisos
que atentan con su libertad.
La libertad entendida como
el regalo más preciado.
La paz con uno mismo.
Estos viejos jóvenes con arrugas en su cara
despliegan energía,
el tiempo no paso para ellos.
La vitalidad se nota en la mirada
y en sus movimientos inocentes.
Parecen adolescentes
aunque algunos llevan menos pelo.
Mientras tanto, en mi cuerpo
aparece una sensación nueva.
Es admiración.
Es increíble que algunos puedan mantener
la luz y la vibración de la juventud.
Y, de repente, en mi
cabeza aparece una pregunta:
¿Quién esta más vivo?
¿Aquel que va anestesiado haciendo "lo que hay que hacer"
Para el taller de Literatura y Rock de Julia González
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